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El día que Disney nos congeló

Si usted es una mamá sabe exactamente de qué le estoy hablando. Se sabe las canciones, puede recrear cada escena de memoria, y no me mienta pero usted y yo sabemos que en la ducha canta “Let it go” con el champú en la mano.

Nuestra vida se divide en dos, antes y después de Frozen, película que desde que salió el pasado Noviembre tiene a nuestros hijos, particularmente a nuestras hijas, en un frenesí incomprensible, a tal punto que la mercancía de la película está completamente agotada, y a nosotros los padres, peleándonos y rogando por comprar un bendito vestido o juguete relacionado con la película.

No lo voy a negar. Me encanta la historia. De las películas recientes de Disney, sin duda Frozen es la mejor. Me atrevería a decir incluso que está por encima de El Rey León, o por lo menos están muy a la par.  Pero al igual que a usted me está volviendo loca y me está dejando pobre.

Para conseguirle el vestido de Elsa a mi hija, tuve que salir temprano y hacer fila en el almacén antes de que lo abrieran. Ya había personas allí esperando y no tardaron muchas otras en aparecer. El proceso es el siguiente: Las puertas se abren a las 10 a.m. Usted tiene hasta las 11 de la mañana para entrar en una rifa. Si usted es afortunado y la gana, esto le da el derecho de comprar el codiciado vestido que vale 52 dólares pero que en Amazon está vendiéndose a 250 dólares.  Aproximadamente solo 4 personas se ganan la rifa por cada talla de vestido. Ese día tuve la fortuna de ganármelo. Sin embargo, al ver que había mercancía de Frozen disponible, compré un Olaf de peluche, unos cubiertos y estuve tentada a comprar una pijama pero la sensatez o la divina providencia me detuvo, porque fácilmente puede uno gastarse esta vida y la otra comprando allí. Claro, el ver la cara de mi hija al ver el vestido, que además es absolutamente precioso, nada me importó. Esa sonrisa lo vale todo. Pero no ha pasado una semana del incidente, cuando ya están a la venta los boletos para el show de Frozen de Disney on Ice.  Más tardé en leer el email que me decía que podía comprar las entradas en preventa que en reenviar la información a mis amigas. En total, nosotras compramos 14 entradas a 40 dólares, localidad que en un solo día se agotó. Muchas incluso estuvimos tentadas en comprar las entradas de 70 dólares. Una vez más la divina providencia nos salvó.

No quiero ni imaginar lo que será ese día. O lo que los papás estarán dispuestos a hacer para conseguir una entrada extra, o para que su hija vaya vestida como Elsa o Anna al show. Aunque al parecer, Disney prometió que para el mes de Julio o Agosto tendrán otra vez toda la mercancía de Frozen disponible de manera normal. Amanecerá y veremos. Lo que si es cierto es que con esta película quedaremos congelados por un muy buen tiempo, hasta que Disney saque otra que le de la talla. El Rey León salió en el 94… haga sus cuentas.

Usted ¿qué opina de todo esto? ¿Ha tenido una experiencia con la mercancía de Frozen? ¿Cuántas veces escucha “Let it go” en el día? Qué estaría dispuesta a hacer por conseguirle un vestido de Elsa a su hija?

 

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