Escritura, Español, Fantasía Ficción

Quiero ser un héroe

Villanolandia es un pueblo muy muy lejano, en donde vivimos todos aquellos personajes que por naturaleza debemos ser malos.

En la villanoescuela aprendemos todo lo necesario para ser los seres malvados de los cuentos. Cuando ya lo hemos aprendido todo, celebramos el día de la graduación, es cuando el maestro de autores nos entrega un diploma y nos asigna como antagonistas a alguna historia.

En mi clase están los hijos de la bruja malvada, el poderoso hechicero, el monstruo de la caverna, el tenebroso vampiro y de la cruel reina. Yo, el heredero de los hombres lobo, tengo un aspecto tenebroso, pero no inspiro el más mínimo temor. Verán… mi problema es que yo no quiero aprender a ser malo. Yo quiero ser un héroe.

Desde pequeño he soñado con ser aquel quien triunfa al final de la historia. Me cuesta aprender a ser malo, por eso no tengo amigos en villanolandia. Siempre estoy solo, los demás se burlan de mi, y hasta me usan para practicar sus maldades.

Todos los días pretendo que soy un villano. Intento parecerme a los demás, pero no lo consigo. Soy diferente y me llena de miedo. En mi familia han existido grandes y crueles villanos, por eso mis padres sufren al pensar que jamás seré asignado a ninguna historia. Ningún ser de Villanolandia se ha quedado sin graduación. Me asusta mucho pensar ser el primero.

Un día decidí que debía huir. Hice mis maletas y aunque los villanos no debemos llorar, una lágrima salió de mi ojo derecho y cayó sobre Khan, mi fiel compañero, un perro lobo que mis padres me regalaron para que asustara a mis compañeros ya que yo no sabía defenderme. Khan tenía una mirada que asustaba a cualquier persona. Además gruñía con cualquier ruido. Era el único que conocía mis sueños y mi deseo de huir.

-¿Qué conseguirás si te vas? -me preguntó.

-¿Cómo es que puedes hablar? –respondí sorprendido.

-Eso no contesta a mi pregunta. Pero te lo diré. A veces el dolor y el miedo nos ayudan a descubrir la fuerza en nuestro interior. Por eso las lagrimas son importantes. Ellas limpian nuestro dolor y se convierten en nuestra fuerza. Tu lágrima me hizo vivir. Significa que así de fuerte es tu miedo pero así mismo tu poder de convertirlo en tu fuerza. Ahora responde a mi pregunta.

-Si me voy nadie volverá a verme. No tendré que soportar las burlas y dejaré de ser la vergüenza de mi familia.

-¿Y cómo estás tan seguro de ello?

-No lo estoy. Solo quiero desaparecer. Nunca he entendido por qué soy tan diferente.

-Si huyes nunca aprenderás a ser feliz. La única manera de serlo es enfrentando tus miedos y aceptando ser quien eres. Una vez lo consigas, puedes ir en busca de tus sueños a donde te plazca sin necesidad de ocultar quién eres, o pretender ser otro.

Así, Khan me convenció de confesar mi secreto a mis padres. Como era de esperarse no lo tomaron muy bien. Y sin pensarlo dos veces me expulsaron de la casa con todo y perro. A pesar de la tristeza infinita que me envolvía, recordé las palabras de Khan, y la fuerza en mi interior me dijo que algún día, volvería como héroe y mis padres se sentirían orgullosos de mi.

Pronto llegamos a Heroilandia. Pero las cosas empeoraron. Mi presencia causó terror entre los habitantes y todos se encerraron en sus casas. Era muy extraño. Nunca nadie había sentido terror por mi. Khan me lo explicó: -Verás, a veces nos empeñamos tanto en ser distintos que aunque no consigamos ese cambio en nuestro interior, por fuera podemos aparentar ser lo que queramos. Tu te vez como un villano sin serlo.

Decidí sentarme en la mitad de la plaza del pueblo, junto a mi amigo Khan. De repente, vi a un valiente soldado que tenía una espada. Venía a matarme y así liberar a Heroilandia de cualquier peligro.

-Khan hazte a un lado.  -le ordené.

El perro gruñó pero me hizo caso. Me sorprendió que el soldado no parecía sentir temor. Cuando estaba a punto de clavar su espada en mi corazón, grité con todas las fuerzas que encontré.

-¡QUIERO SER UN HÉROE!

El soldado se detuvo. Lo miré y le dije:

-Se muy bien quien eres. Probablemente haz rescatado princesas de sus torres, haz librado miles de batallas, y haz triunfado en nombre del bien. Es lo que te enseñaron a hacer. Aparentar ser un villano es lo único que se hacer, pero en realidad quiero ser un héroe. He venido hasta aquí para aprender. Si me das una oportunidad de vivir y me enseñas a serlo, al final me iré. Yo habré aprendido y tu habrás liberado al pueblo.

Luego le conté mi historia. El soldado me dijo: -El heroísmo no se enseña. Es algo que nace desde muy adentro. Todos podemos ser héroes. Desde el momento en que decidiste venir hasta acá y luchar por tus sueños ya te haz convertido en uno y nos haz dado a todos una gran lección.

Los habitantes me permitieron permanecer en Heroilandia en donde descubrí el significado del coraje, la humildad, el valor de la amistad, el poder de la compasión y el agradecimiento. Me di cuenta de que siempre pertenecí a una historia. La mía.

Entonces el maestro de autores unió los dos pueblos y formaron Cuentilandia. Todos aprenderían a partir de entonces que ser héroes o villanos depende de nosotros mismos y de las decisiones que tomemos en la vida. Entenderían que en el mundo cada personaje tiene la posibilidad de elegir su propia historia. Mis padres se sintieron orgullosos de mi por haber sido aquel capaz de unir los dos pueblos y me recibieron con los brazos abiertos.

Como siempre que aprendemos algo bueno es necesario compartirlo, voy con Khan viajando por el mundo en este cuento y quiero dejarte un mensaje:

 No importa cuán diferente seas, ni que tus sueños se vean lejanos, ni lo que otros esperen de ti o que intenten decirte cómo debes ser. Si conviertes tu miedo en fuerza y te amas como eres, luchas por tus sueños y aceptas a los demás tal y como son, serás un héroe, un protagonista que siempre triunfará al final de la historia.

 

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